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EL AMOR ES ANALÓGICO

Vivimos en dos mundos. Lo que antes fuera mito e imaginación, ahora tiene un nuevo nombre: internet. Nosotros nos aferramos, como podemos, al mundo físico, material y, en ese acto, afirmamos nuestra táctica y estrategia para activar la imaginación y potencia de nuestra política, apostando al amor, que es analógico” Gracias Leandro por el amor y el tiempo compartidos.

UN DÍA NOS ENCONTRAREMOS

La frase pertenece a la canción “El tiempo está después”, de Fernando Cabrera. El carnaval es, en nuestro recuerdo, calor, humedad y el peligro de ser alcanzado por alguna “bombita” de agua desde cualquier balcón. Los ataques furtivos a los colectivos que, repletos y con sus ventanillas abiertas, exigían puntería y velocidad. Inocentemente malvados, nos divertíamos y excitábamos en igual medida. El carnaval es también la memoria de esas comparsas tristes del conurbano y los primeros travestis que vimos, apenas producidos, con una valentía que recién ahora comprendemos y podemos abrazar. Acá andamos, con un frío de cagarse, en vísperas de otro carnaval, con la fortuna de saber que “no hay ningún rincón / no hay ningún atracadero /que pueda disolver, en su escondite lo que fuimos. El tiempo, el tiempo está después” Por miles de carnavales, aquí y allá (donde quiera que eso sea), Porque el tiempo, el tiempo está después.

SER EL POEMA

A veces nos perdemos, y dudamos sobre el valor de lo que intentamos. Ayer fue uno de esos días donde todo parecía costar demasiado. Y de repente, nos topamos con una poesía que, además de conmovernos, nos recuerda la importancia de las convicciones, de la valentía y el amor por lo que se hace. De eso se trata, de hacer, como podamos, un poema de nuestra vida. Por eso compartimos esta belleza de una mujer que nunca aflojó, a quien queremos y admiramos en igual medida y a quien dedicamos esta impresión. Para vos, @luisafutoransky , pebeta de Devoto! «A veces uno se encuentra sucio, atascado y con la vergüenza de aguantar lo que nos hicieron, lo que nos hacen y poner la cara a lo que hacemos. Sucede también enojarse de impotencia ante los fracasos cotidianos y las cosas imposibles de obtener. Sucede no poder reír en esta ciudad triste y egoísta. Sucede el miedo de quedarse toda la vida atornillado a la oficina. Está el terror de levantarse y ya no ser amado o dejar de amar. Está no sucumbir en el teatro y pronunciar las palabras exactas para defenderse. Está saber qué hacer con tanto amor y dónde guardar tanta esperanza; pero es muy difícil con esto intentar apenas un poema.» Unos versos de «Trago fuerte», el primer libro publicado por la poeta argentina Luisa Futoransky, en 1963.